Hoy te he conocido, aún tú no lo sabes,
no sabes de la gloria que te espera,
y en tu alegre sonrisa quinceañera,
ni sospechas tu destino de grandeza.
Tú construirás con tu esfuerzo y tus fatigas
esa patria que esperando está,
tu amasarás con el pan de la paciencia,
la sangre de los que a la guerra irán.
Estarás como antes estuviste,
acercando el parque a retaguardia
y en el frente, cuando arrecie la batalla,
curando las heridas al valiente.
Como lo hicieron tus cuatro veces abuelas,
que huyendo por los campos y las selvas,
salvaron las simientes de sus vientres,
(sabes que te hablo de Las Residentas)
Como antes… como siempre,
como será hasta que desaparezca nuestra raza,
o se expulse al buitre, al león, al águila,
y sea el moreno latinoamericano ¡dueño de su casa!
Heroína del futuro Paraguay,
hoy te conocí en el colectivo,
aún eres una colegiala,
pero no solamente estudias,
también lees y trabajas.
Y piensas, y oras a Dios pidiendo,
que te alcance sabiduría…
y estás dispuesta a luchar por la verdad,
por la paz… por la justicia…
¡contra la impunidad!
Enseñarás a tus hijos los valores
y no apañarás sus caprichos ni errores,
no te equivocarás criando tiburones,
por la enseñanza ignorante, equivocada,
que te inculcaron tus mayores…
Romperás las cadenas ancestrales
del miedo y obediencia a lo que es falacia,
vanidad que el poderoso,
hace creer para su conveniencia.
Cuando un pueblo lee, ¡caen los tiranos!
las mentiras son destruidas por las letras,
tú izarás las banderas de las artes,
bajo la indefectible luz que dan las ciencias.
Te veré, triunfadora, en la distancia,
(la distancia que dará mi muerte)
castigando con tu voto a los que mienten,
¡viviendo una verdadera democracia!
Te llamarás Gisselle, Lourdes o María,
Liz, Hermenegilda o Celeste,
tendrás mil nombres y mil fisonomías,
hija de Francia, hija de López… ¡También mi hija!