Regresaste, con tu ardiente pasarela
invitando a los lunáticos a tu encuentro.
Tus reproches viajan por doquier
como cometas dejando su estela
marcada en este espacio
donde habita mi corazón necio.
Intentas desesperar mis temores,
quizá con el fin de atizar las sensaciones.
Mi espalda sufre los latigazos de tu indiferencia
de mis reclamos por su ausencia,
y nace esta plegaria en la aurora
sostenida de agudas notas y de tristes sueños.
Y de nuevo comienza una difícil batalla;
entre mis células nerviosas y mis fallas,
entre lo que quiero y también quiero,
entre la triste realidad y mis anhelos,
entre un vals de lágrimas y tu regreso.