Sepa usted, señora mía,
que la cuestión que usted dice
no es de aquel que la bendice
ni fruto es de mente impía.
Pues no fue en la sacristía
donde se tramó la trama
y que no fue ningún drama
ni un motivo de alegría.
Sólo fue la profecía
de un profeta incontinente
que fue contando a la gente
lo que la gente quería,
Menos hablar, menos dichos
menos golpes y aspavientos
menos repetir lo siento,
más renunciar a caprichos.
No se ilusione, señora
de aquel que a sus oÍdos cuenta,
piense bien, no tome en cuenta
a quién la mentira dora.
Saque pues su conclusión,
no se deje adoctrinar,
que cuando haya que pagar
pedir le dirán ¡chitón!
Que una cosa es predicar
y otra distinta es dar trigo,
fÍjese bien lo que digo
y no se deje engañar
que el dilema está en el dar
mas no hay que aceptar consejos
que esos son cosa de viejos
que el dar aquí es renunciar.
Yo no conozco a ninguno
que renuncie a sus excesos
pero si a muchos de esos
que únicamente dan besos
y abrazos, Y sólo alguno
representa la excepción
que sienten el corazón
como si fueran posesos.
¿Presumir sin dar ejemplo?
a mi eso me causa risa,
es un chiste, eso es un cuento,
un suspiro en una misa,
un brindis al sol, al viento,
una mueca, es algo cruento,
un disfraz, es un barniz,
es falso cual aprendiz
de mago que en un momento
va desgranando sus trucos.
a su audiencia alucinada
mira y mira y no ve nada.
Es como aquel almendruco,
una nuez o algún piñón,
por fuera mondo y lirondo
¡qué falso es en lo más hondo!.
¡si lo abres ¡qué decepción!