Háblame de amor,
de espaldas,
que te oigo mejor.
Mis oídos
se acomodan
en el hueco
de tu pecho.
Y tus latidos,
escucho y me
derrito con tanto
fulgor.....
Que así me
tienes,
sin tregua,
ni suspiros,
que te colmen...
Hoy te quiero,
como a nadie
en el mundo.
Mi vida entera,
daría por ti.
Mas, mañana
no sé,
porque nada,
ni nadie es
para siempre.
Porque, lo nuestro,
es fluir,
como un arroyuelo
que siempre
llega,
al mar.