LOS PIES DE MI NOVIA.
Por: Javier Gamboa Panevel
Ven novia mía, Apoya aquí, Tus pies sobre mis piernas,
Quiero sacarte los zapatos, --estuche de esas joyas tan
preciadas— Para mirar esas palomas blancas Y hacerlos presa
de sutiles besos. No puedo contener las ansias de mis labios
por posarse en la comisura de tus dedos.
Mis labios; cada vez tan exaltados quisieron mucho más.
Sus plantas elevadas, son exploradas por: labios y lengua.
Bellos sus dedos, reciben el masaje del habitante
de la húmeda gruta. Los pies se agitan; se agitan,
y reclaman caricias en arcos y talones,…
mientras sus dedos penetran en la húmeda gruta;
violándome los labios en sus deseos de besos.
Besando: tobillos, pantorrillas y tendones;
las caricias ascienden y trepan por dos blancas columnas.
Y separando todo lo que une los muslos blanquecinos,
los besos en su ascenso, se encuentran con un nido
de plumas recortadas: vacio, húmedo, vibrante…
Hay gemidos y gritos ahogados de lujuria…
Hay piernas que se enlazan encima de la nuca;
pidiendo -- con suaves empujones,--
que sea más hondo penetrado el nido.
Serpientes parecen que pelean. Castigo de caricias,
Mordisqueo, apretones y abrazos
con un furioso amor van prodigando…
Regresa el ave en busca de su nido, y lo ocupa
Furioso y convulsivo… Al cabo; las caricias y besos,
--cansados;-- van apagando el fuego…
Las manos se hacen nido de los marmóreos senos:
firmes, erectos, hirvientes…
Llegó Morfeo, y ordenó... ¡Descanso.!