Después que al alma ha entrado la hiedra
penetrante y perforante de su estructura
deja a la razón otra razón que se repite dura:
uno vuelve a tropezar de nuevo con la misma piedra.
A pesar de ser otro camino por la ilusión
en su anchura u angostura se aprecia el choque;
pero uno es necio y da otra vez el toque
y auto castiga a su propio corazón.
Que masoquista quien no sabe prepararse
para lo que se visualiza venir nuevamente,
y uno dice: maldita sea, dónde está lo inteligente
de volver como idiota a enamorarse.
Que vaina… uno se estrella contra la pared de dagas,
se hiere una y otra y otra y otras veces
culpándose de los frentazos de reveses
para que estúpidamente vuelvas y lo hagas.
Mejor es tirar el ancla y no más viaje
de un navío que solo rutea al naufragio,
no sé porque si uno se aprende el presagio
vuelve a hundirse en remolinos con aguaje…
A.Maestre
Enero 27 – 2015 - - 4:38 p.m. - Martes