No sé por qué dicen que el agua de mar no se puede beber.
Si yo estoy harta de tragarme las lágrimas.
Tal vez es por envenenamiento de náufrago
Y voy que me estoy yendo, a la deriva de mi propio y extraño ahogamiento.
Tocada y hundida de fondo
Con la lengua pegada de sal.
Hay una lepra en las algas
Que se ad-hiere rápido cuando estás sola.
Metastaseada en la piel, un olor verde de a corroído
Por amargura deshilamada.
Que vomitaron los mareos sumergidos.
Muertos húmedos de sangre perpleja y mirada fija
De tanto comerse las llagas de la lengua muda.
Ojalá me estuvieras allí algo que reflotar.