Emmanuel Abraham

El grito.

 

¿De una prisionera?

 NO! Creo que es de una guerrera.

 ¿Gorgo? Sólo ella .

 Puede ser, pero no. Es de Esthela: El grito.

 

¿Esthela? ¿Quien es ella?

 ¿Cuál es la única estrella capaz de desvanecer el hielo?

 ¿Apagar el frío?

 ¿Cuál es la estrella, que destella con luz radiante,

 Que a todo da vida?

 ¿Cuál es la estrella que, gracias a ella, llega la primavera,

 Surge el verano, muriendo en otoño,

 Destruyendo el invierno,

 Con sus rayos candela?

 

 ¿El sol?

 Esa es Esthela...

 La más grande estrella,

 La más fuerte guerrera,

 Que al más fuerte frio deshiela.

 Nada se le compara.

 

Y ¿Qué habrá pasado?

 ¿Recuerdas lo que te dije aquél día?

 ¿Qué? Recuérdame por favor.

 En la cárcel, hay toda clase de infractores,

 Pero no su libertad.

 Y, ¿Que me quieres decir?

 Que aunque estemos presos, estamos libres.

 Porque la libertad no se sujeta, no se mata,

 No se doma, no se condena.

 Ella grita, ella quema.

 

 

Es como el grito: “Dios no condena el amor”

 ¿Hay amor sin libertad?... Si lo hubiera: ¿Qué amor fuera?

 Muéstramelo, no lo conozco.

 ¿Hay libertad sin amor? ... Si la hubiera: ¿Qué libertad es fuera?

 Muéstramela...  ¿Cuál es esa libertad?

 Acaso:  ¿Nació libre el amor?.

 Si así no fuera: ¿Qué amor fuera?