ROMANCE DE LA NIÑA FEA
Enjaezada con esmero
como en los días de feria,
brillante su pelo negro,
por la campiña se acerca
una yegua que en el viento
deja su crin una estela
y cabalgando contento
un galán va sobre ella.
En la calle de los porches
se entreabren las cancelas
y ojos que esperan amores
aguardan tras de las rejas.
Colios, rosas, girasoles
se yerguen en las macetas
y adornan con sus colores
el patio y la enredadera.
Donde termina la calle
y empieza la verde huerta,
una niña de buen talle
suspira junto a su puerta
pensando que a sus vecinas
el dulce amor las corteja.
Que hay voces en las esquinas
y pasos por las aceras,
pasos que no se encaminan
ni se acercan nunca a ella,
pasos que jamás culminan
al llegar a su escalera.
Pues sus ojos no son soles
ni su boquita es canela
ni sus mejillas son flores
ni sus labios son de fresa.
Y porque, desde pequeña,
los zagales en la escuela
tirándole de la greña
le llamaban “niña fea”.
-¿Cuándo vendrá el viento, madre
a columpiarse en mis trenzas,
a cantar por soleares
y a borrar todas mis penas?
-Pronto vendrá quien amarte
deseará con viva fuerza,
que morirá por besarte,
por abrasarse en tu hoguera.
Y entre cánticos de alondra,
en una alborada eterna
se disiparán las sombras
de tu llanto y tu tristeza.
Una tarde de verano,
cuando el calor mas aprieta,
cuando se recoge el grano
y se preparan las eras,
los gorjeos de un jilguero
interrumpieron su siesta
y colmaron sus anhelos
de amor, de besos y fiesta.
porque un amante moreno
llegó con su yegua negra
y acarició con sus versos
el cristal de su vidriera.
-Déjame verte de cerca
que quiero admirar tu cara
y te traigo de mi alberca
un ramo de madrugadas
envuelto en polvo de estrellas
para alegrar tu mirada
y empaparme yo con ella
desde la noche hasta el alba.
Viento de Levante