Hugo Emilio Ocanto

Musa de mi sed de amor ( A LAURA GIL) - Poema - - Autor: Abed Hassan - Interpreta: Hugo Emilio Ocanto -

Amo su cualidad sencilla de entregarse,

ansío su esencial amor,

el manto de su sombra deseo

tanto tiempo que pensé que podría ser,

ella, la dorada estrella del universo de mi amor…

Solo en ella sembré la semilla de este amor,

que como una flor ha nacido,

para poder hacer perfumar el jardín del corazón,

en el momento de la explosión del sentimiento

donde suele arraigarse la verdad y la razón.

Amo lo lícito, donde ella permitió que yo llegara,

 

 

Adoro el vuelo de sus alas,

la miel de sus palabras, la hago mía

en la expansible demostración de sus verdades blancas,

ella, la que mi alma sella de lo que ella y yo sabemos.

En su alma pongo el verso alegre,

La idolatro.

 

 

Como una diosa en el altar de un faraón.

mi poesía como una ofrenda enciendo en su incensario,

vuelo como un gorrión por sus cielos abiertos,

Y ahí en el azul de su alma descanso.

Aquello que fue sigue siendo

y lo que hubo siempre es,

las ilusiones de oro

y los sueños de perla,

las mágicas alegrías de una eterna sonrisa.

¿Y de dónde tanto amor?

No lo sé,

solo sé que la amo,

que la pienso y que la lloro,

y mientras todo lo que sigue siendo, va creciendo

 sigo con la sed de beber de sus aguas,

y con el hambre de comer de su miel.

sus pisadas quisiera como el aire bordear

y saber sin sospechar que para mí ahí estará.

¡La quiero mirar! ¡la quiero besar!

¡Quisiera saber si aún su amor me dará!

y me sumerjo más en mi pensamiento

¿Y desde cuándo?

desde que sabemos que nos amamos sin parar,

¡Pero no hay ningún mal! y eso lo sé,

pero el mal no está en amar sin pensar

si no en el pensar del amar.

 

 

Todo de ella me fascina,

desde su enojo

hasta su más ruda cualidad,

las cuales, todas son hermosas

como del jardín las rosas

 

 

Como del florido campo, su más espeso paisaje

que nos lleva a la azul inmensidad de un viaje,

del cual no regresemos jamás.

 

 

Mi amada no es solo una mujer

si no el amor en carne y hueso,

tiene la hermosura pura

y la belleza exacta de un ser incomparable,

a ella la adoro como la reina de mi alma

y le guardo reverencia como a la diosa de mi vida,

soy de ella, como ella es mía.

 

 

Ella brilla cual estrella

e ilumina cual lucero,

tiene la palabra exacta cuando el momento

de la angustia invade mis entrañas,

Y mi ser acude a ella y me acaricia como soplo del cielo,

como viento de querube con sus alas mansas,

y me besa el alma,

y me abraza el espíritu

y me da ha beber de su calma y sus verdades,

y la amo como loco,

como un loco desesperado por el sabor de sus manjares,

en donde reposo como una ave que después de volar lejos

cruzando los mares,

solo busca el nido de su amor y sus bondades.

 

 

Cuánto la amo,

y cuánto más, que amarla la admiro,

a ella,

a la mujer inocente con alma de niña,

a la que amo desesperadamente y a la que incansablemente

me da su amor a manantiales,

 la venero.

 

 

Mi amor tiene el encanto del canto de un canario,

la belleza suprema de las plumas de un cisne,

todo en su ser es alabanza,

su sonrisa es el baile de una danza

y su amor la fuente insecable de una entrega sin final.

 

 

Mi adorada. Tiene un suave y delicado entonar,

una apacible yergue de armonía,

que da los matinales en los buenos días,

con un sutil perfume de un bello expresar.

 

Y se deleita mi oído al pronunciar ella su ameno versar,

en elegancia firme de una dama enamorada

que me roba el suspiro en la noche estrellada.

¡Oh, si pudiera yo por siempre saber que será mía,

 le construiría un templo de flores

a ella, que me brinda sus amores,

en la profundidad hermosa de cada día!

ella me causa mil delirios por instante

un invernal regocijo bañado de caricias son sus placeres,

en la delicadeza de sus manos de algodón,

la inspirada pluma baila al son del ritmo de sus letras,

el aliento se me escapa, mi inquietud se enloquece,

y su estable sinfonía al hablar el espíritu me aprieta.

 

 

Escucho en el silencio de la noche fría,

la música de sus cálidos besos,

¡Oh, esos besos de sacuanjoche!

en donde muerde despacio su boca el colibrí.

 

 

En el despertar de la aurora,

veo venir a mi amada, a la hermosa silueta de mis días,

y me digo:

¡Ay, Dios mío! si pudiera ella estar conmigo,

recibiendo sus caricias

y recibiendo ella mis besos,

seguramente yo con ella, juntos tocaríamos el cielo.

 

 

Todo es amplio en sus adentros,

Escaso es el desaliento en su interior infinito,

todo ella lo hace segura,

es incomparable su ternura

no sabe acumular enojos

no da lugar al rencor en su alma pura.

puedo contemplar las llamas de fuego de su amor pasional,

percibo lo hirviente de su amor candente,

toda ella es como el oro, fina y brillante como un diamante,

es el arcoíris de mi jardín de amor

que con sus colores,

enciende mis amores con la luz de su calor.

 

 

Bebo el vino de su sonrisa amplia

que me alegra el corazón,

que me enciende los carbones

como piedras de volcanes,

y que dentro de mi alma me prenden mis dones

para escribirle mis versos y los coma como panes.

 

 

¡Oh, tu boca, esa boca que me enloquece!

le pondré cerrojo para que no la roce el aire,

tu pelo, ¡ah, tu pelo! que me enciende en celos,

cuando sé que vas y lo acaricia el viento.

 

 

Te amo mujer,

Musa de mi sed de amor,

ninfa de mi hambre de ti,

hada de mis sueños sinceros,

diosa de mi esperanza eterna,

siento la desesperación por amarte

y en el alma mía se inspira el canto de este amor de fuego,

es un destello inmenso como el universo infinito

la luz de nuestro romance excelso,

nuestro amor es un lenguaje lírico distinto

que cuando suena el arpa,

y canta el mar violento,

llora de gozo la paloma

y vuela feliz el jilguero soñador.

 

 

Amor, tu calor es brasa que arde en mi pecho,

Y que aquí en mi lecho tu anhelo me abraza,

y en el piano de mi sala hay una esfera que alumbra

que aleja mi penumbra corriendo hacia afuera,

¡Oh, musa de mis ideas!

¡Oh, ninfa de mi cerebro!

Divina luz del cielo;

amable y sonrojada,

tú, que si estoy muy triste me visitas en silencio

dándome en secreto la gota divina

la esencia exquisita de tu amor en exceso.

 

 

Mi amor, yo te amo.

Tus alas son caricias

y tus sonrisas luces bajo el inmenso cielo,

tus besos son de rosas

y tus palabras de seda,

solo quiero que en mí, reposes,

y aunque haya flores que también me amen,

solo amo a la reina de las mariposas,

a la que pican a las rosas y las dejan sin la miel primorosa.

 

 

Preciosa adorada de mis ojos,

dime solamente,

si acaso de repente ves al alma mía

que ronda tus adentros,

dale por favor en los labios el beso,

ese mismo que hoy me entregaste sonado.

 



Lee todo en: Poema MUSA DE MI SED DE AMOR (A LAURA GIL), de Abed Hassan, en Poemas del Alma http://www.poemas-del-alma.com/blog/mostrar-poema-334492#ixzz3QYM1BMFr