Gustavo Martinez Deschamps

VIRGEN DE HIERRO

Vengo engullido de propuestas indecentes,

donde mis ojos le otorgan fauces a tu nombre,

donde mi boca le brinda fuegos a tu estambre,

donde tus ojos son arpones para el alma,

donde tu boca es una adelfa por vexilio… Vengo;

recogiéndome rastros tras el paso por tus ánforas de carne.

 

Tiene rostro de mil dentadas llaves,

la piel de un extraño y alegre oro maderal,

en sus ojos la constancia del viador,

en su boca el universo, y su voz porta el quetzal.

 

Viene vertiendo fabulas de savia dulce, casi posibles,

yo quedo saboreándole magma ardiente, casi intangible.

Viene a roerme en el misterio de su aurora incorruptible,

tiene adrales adimencionados para un paso imprescindible.

Viene…  cual beso alado en un destello de éxtasis inamisible.