CAMINO
Camino, tierra y sudor.
Recuerdos que atrás se quedan
y por el retrovisor
con tristeza se contemplan.
Un sentimiento que no
abandonas, pues deja
la huella en el corazón
lo mismo que en la vereda.
De la niñez, la ilusión,
de la juventud, la fuerza
y un creer que la razón
es al final lo que queda,
pensando que sale el sol
sólo porque uno lo espera,
porque fuiste lo mejor
que le pasó a este planeta.
No ha acabado lo peor,
ahora comienza la guerra.
Enmudeció el ruiseñor,
se apagaron las estrellas,
aquellos campos en flor
hoy sólo son tierras secas
la senda se endureció
y estrechó de tal manera
que el calzado se rompió
y se arañaron mis piernas
y mi espalda se curvó
como si de cartón fuera.
Cuando el acelerador
acelera por su cuenta
y miras el borrador
del crédito que te queda
y que ya no hay ocasión
para poder dar la vuelta
porque ese freno traidor
no responde, no contesta.
Entonces, con estupor,
empiezas a darte cuenta
que, aunque le echaste valor,
todo con lo que ahora cuentas
es una pobre estación,
envuelta en oscura niebla
y el desahuciado vagón
de un tren que nunca regresa.
Viento de Levante