Me até a tu recuerdo con férrea cadena,
como esclava hebrea que en su Dios espera,
mientras la torturan... mientras la golpean.
Y amo tu recuerdo (aunque no debiera),
delira mi sueño la absurda quimera,
que tal vez un día, a mí, tú volvieras,
mientras sangran ¡mis púrpuras heridas abiertas!
Aún tengo tus besos quemando mis labios,
aún siento tu boca carnosa y sedienta,
ardiendo en el fuego que mi sed aumenta.
Buscando tus manos, mis manos, inquietas,
desandan caminos donde tú anduvieras...
y ardiendo en la furia quedo insatisfecha.
Mis manos masturban mi cuerpo que sólo
a ti te desea... y paro de hacerlo,
pues no me contento; y lloro en silencio
junto a tu recuerdo...