El lunar de tu rostro
no es ni la aurora, ni el ocaso
ni el cenit de la fragua
ni siquiera la luna que resplandece en el lago.
Es, quizá
la solitaria cornisa de mis heliotropos mansos
la utopía delirante de mis tardes vacías
el lucero nostálgico
por donde mis manos vacían
esta prosa rendida.
Es, de la luna el reverso…
vértice de mis deseos,
soterrado viandante
de mis clandestinos versos.
No es que no quiera todo
es que quiero al destino
y lo resumo en un punto...
negro
lindo…
adornando tu rostro.