Luna, la conocí, en un cotilleo, mientras estábamos, en el departamento técnico de móviles.
La espera fue larga, había mucha gente, que no le coincidía, lo que había comprado con lo que tenía. En fin también, escuché, de una señora cuando decía:\"Es como si me ofrecieran, un plan fantástico, y ahora me siento, como en un embudo, al principio, parece todo precioso y luego hay que comprar otras aplicaciones\" Cosa. que asentí con la cabeza. (El que está detrás del teléfono, gana su vida, así. Ofreciendo ese servicio que es el mejor, y uno, cuando después lo adquiere, no hay marcha atrás. El vendedor, ganó su comisión y puede seguir trabajando, y el que no lo hace, es despedido, en el período de prueba).
Luna, se limaba las uñas y había traído distintos colores de lacas. Me preguntó, cual me gustaba más, para lo que llevaba puesto. Algo, que me sorprendió, vestía de rosa, entonces, le dije: Cualquier color, puede quedarte. Ella, se sustrajo, algunos instantes, debatiéndose, entre los colores que tenía, y me dijo: \"Sí creo, que el amarillo cintilante, es el que me va, mejor, para la noche\". Asentí, naturalmente. Se pintaba, mientras, otros vociferaban, porque no les funcionaban, los aparatos que habían comprado.
En el jardín de Luna, todo parecía, perfecto. Ella tenía el número ochenta y cinco, cuando, íbamos por el el sesenta. Apenas unos numeritos, de ventaja le llevaba, a Luna. Yo me debatía, si irme, ya que no llegaría tiempo, a buscar a mi hijo al colegio, pensaba, a quien podría llamar, para que así lo hiciera. Además el padre, tampoco estaba...
Luna, recibe una llamada, me da la laca, en la mano.
\"Sí, mi amor, ahí estaré\"
(continuará)