Que sin voz se ha quedado mi alma
perdida entre los murmullos del agua
que fluyendo va alargando tu nombre
llamándote “mi reina”, por las riberas.
La pálida tarde mis pensares lleva
entre las ramas los deja transidos
amargas de penas y alegrías yertas
de soledades y recuerdos mustios.
Mas allá los tibios juncales
no más acariciarán tu piel desnuda
y en la más excelsa sumisión de amor...
extrañarán ser estrujados por tus manos.
Delalma
04/02/2015