Caminé un sendero de flores
acompañado por tu pensamiento,
y quise tomar un recuerdo
para alegrarte en tu soledad.
Construí en tu faz la sonrisa
que me hace vibrar al mirarle,
obsequié un deleite a tus ojos lindos,
capturando de una flor su imagen.
Aún en tu claustro, logré llegar a ti,
te compartí la poesía que emanan mis sentimientos,
propicié en tu alma un contento,
y logré te acordaras de mi.
Evoco tu belleza en el mundo natural,
linda como las flores y como el viento, fugaz;
tan lejana como el cielo, al que no puedo tocar,
e imposible como el tiempo, que nunca esperará.
Más tus palabras me alegran
como el silvar de los aires,
como el arrullo de la lluvia
en aquellas oscuras tardes.
Te llevo tan arraigada
que te encuentro en todas partes,
en los afluentes de agua
y el trinar de las aves.
Estás presente en las nubes
y en esas laderas verdes,
siempre estás en mi memoria,
mi cielo, de amor me pierdes.
Alberto Morales Ureña
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