juan sarmiento buelvas

ALEXANDRA

 

 

Me duele el corazón.

Explota en mi interior.

Coloca tu oído en mi pecho.

Muerdan tus dientes mis pectorales.

Coloca tu lengua y sentirás roja marea salpicando,

es allí donde mi corazón gota a gota,

desangra  el caudal por tu indiferencia,

escucharas como lluvia cayendo en las hojas,

cascadas tallando las piedras,

sirenas desafinadas anunciando el holocausto,

volcán embravecido lanzando lava a la montaña.

 

Si soplaras mi corazón

apagarías el infierno de mi perturbación,

espantarías el fantasma de mi agonía.

 

Si te acercaras,

sentiría agua apagando las brasas que  mutilan mi existencia,

tu ausencia permanente es el sonido ensordecedor

de  la campana que explota mis oídos

y retumba su eco en lo profundo de mi pecho,

siento borbotones de sangre en ebullición

pidiendo libertad a gritos

como la acida espuma de la  champaña agitada,

albergada en la traslucida botella de cristal.

 

Si tú estuvieras,

serías el corcho que al disparar,

le darías libertad al líquido fermentado en  su interior

y embriagarme con el vino añejado en las entrañas

de tu vientre burbujeando entre hendiduras abiertas

en los intrínsecos recovecos de tu humanidad,

brotando como fuente del manantial

que me salvaría de la tragedia anunciada,

como si resucitara a una última oportunidad,

como si me agarrara al tronco balso que viaja con la corriente

y que se anclaría en la playa

 antes de desparramarse por la cascada,

que le pondría fin a al laberinto de mi incertidumbre.