Cautivos mis ojos,
en la orfandad de plenilunios,
cuento sin enumerar cada estrella
de recuerdos vividos y sus efluvios.
Sin distancia entre ellas y yo,
como cuando éramos uno,
temblor anticipante de un te quiero,
de aquello que soñamos sentir en apuros.
Entre suspiros y suspiros
alcanzamos juntos los cielos,
azules brillantes e intrigantes,
de un amar auténtico y bello.
En tus alas toque altas alturas,
sueños persistentes de mi infancia,
tus lunas rosadas y tu sol púrpura,
mocedad en mi vida adulta y sedentaria.
Temeraria a veces ama el alma,
tanto y con tanta fuerza
se entrega,se rinde y proclama,
como el mío un amor sin fronteras,
como el mío un dolor que no acaba.
Pegan mis ojos proclamas en cada estrella,
sin contarlas una a una mi sed les llama,
que por sublimes y encantadoras
requiere el alma ayo que me sujete.
Y que diré de aquellas estrellas ya muertas,
las que no me quisieron y las que no me notaron,
las que no sintieron el tibio calor emanante
de los oscuros resquicios de mi alma.
Y fui Barça a la deriva,
sin control de timones ni velas,
sin cartas ni bitácoras,
brisa cautiva en un mar de ansias.
Y estás tan presente estando tan ausente,
tan cerca y tan intocable,
cual los pensamientos prófugos en mis suspiros,
en donde te toco y te miro con mis ojos cerrados,
con mi corazón de par en par abierto.
Cuento las horas,
con mansedumbre trago el mosto
de la monotonía diurna,
como animal de sacrificio me encamino
una y otra vez al degolladero de las noches,
en donde con resignación repito el golpe de tu partida,
en donde muero, resurjo y vuelvo a morir.
©Luís Guillermo Legrand(Autor)