Atardecer en el parque, aroma de árboles en flor
hojas bailando al compás de la brisa
y de un pájaro cantor.
Una cándida mirada, una sonrisa…la magia del instante,
un corazón vibrando de emoción;
dos almas subyugadas a través de la pasión.
Momento propicio para hallar el Amor.
pregunté tu nombre, José – respondiste,
(lo hiciste para mortificarme…,)
María José, repetí yo… es mi nombre, corroboraste
y un rayo de luna penetró el follaje
mostrando el rostro de un ángel,
como pocos hay en la gran creación.
Del bolso cayó un pañuelo
presuroso lo cogí embriagándome el aroma.
fragante como tu piel, tersa como la rosa,
según lo imaginé
Tomé tu suave mano a mi boca la llevé
puse en ella un ardiente beso
y en mi alma tu nombre a fuego grabé.
La luna, iluminó el trayecto,
tus pasos elegantes de fino caminar,
cual gacela desplazándose y acariciante tu mirar.
Bajo un árbol de mango te acaricié,
besé tus labios rojos, húmedos, suaves
quedando cautivo de tu belleza
de tu armonía, de tu elegancia y fineza.
Mis manos se desplazaron, buscando aquello,
llenas de ardiente pasión
recorriendo la delicada piel de tu cuerpo.
mi corazón feliz, bailaba de emoción.
Busqué la delicia de mis delirios, bien lo sé.
Súbitamente cesé en mí respirar
Mi corazón dejó de bailar
tenías razón, sí.., ¡ eras José ¡!..
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Florentino II.-