\"Cuántas medallas otorgadas por valentía en combate, por asesinar o salvar asesinos, y ninguna condecoración a los que verdaderamente salvan almas. Y aquellos que salvan almas, son condecorados con una muerte gloriosa.\"
Es interesante que la misma muerte te haga inmortal. Pero cuando te ganaste esa muerte, salvando vidas de personas que acaban de nacer; es completamente sublime.
No me importa el pseudoheroísmo de los niños \"héroes\" ni mucho menos el de los \"padres de la patria.\" La vehemencia de mi sentir, como ser humano, es dar honor a quién honor merece.
Joven, de trayectoria formidable. Que de vocación era ayudar a los enfermos, especialmente a los niños. Llevando alegría a sus corazones en momentos más difíciles y amargos. En menesteres que, para otros humanos pasan \"desapercibidos.\" Jorge Luis Tinoco Muñoz; un verdadero héroe de mi nación. Otorgó lo más preciado que tenemos, la vida. Y no fue efímero.
Acaeció una explosión horrísona y fúnesta, que la misma muerte en contubernio diabólico, planificó. La explosión, fue nada más y nada menos que en una guardería. El instinto humano es velóz, pues muchos huyeron, otros quedarón pasmados, sin embargo, en pocos se activó el instinto de sacrificio. Jorge Tinoco, fue uno de los valientes. No de aquellos arrogantes que exhiben valor todos los días, pues en circunstancias caóticas, es cuando el valor pasa a la balanza de la verdad. El joven camillero, no dudó en inmiscuirse en cuanto la explosión gritó. Bien sabía que, dentro, yacían pequeñas almas, bebés que, no sabían nada del mundo.
Se infiltró, entre rescatistas y cuerpos de ayuda, entre las mismas llamas de un infierno. Sin protección alguna, pero con el valor suficiente. Fue como un glaciar portentoso, concentrado en salvar vidas. Las llamas le consumían a cada paso, el asfixiante entorno le sofocaba, y el sudor cuantioso de la adrenalina y valentía, no le movían sus metas. Y así fue, de uno a uno salvó a muchos neonátos. Con paciencia, a pesar de ser un \"hombre en llamas\" cumplió con un deber que no fue impuesto, más que por amor a la vida. ¡Que amor más grande, aquel que da su vida por sus amigos! Por vidas, por bebés.
La fuerza jovial y voluntad lo mantuvieron estoico, hasta que desfalleció. Duró siete días en terapia intensiva, con quemaduras en el 97% de su cuerpo. Dejando un 3% de un ser humano reconocible. Sin embargo, dió más de un porcentaje total y alto, superó expectativas, superó voluntades, temores, incluso así mismo. Pero finalmente, su agonía terminó el día de ayer. \"Murió\" pero vivió. Como se despiden a los grandes, fue realmente despedido. En éste caso, los honores, realmente muy bien merecidos. Pues el instinto humano reconoce el sacrificio por los suyos, y más, cuando se trata de vidas humanas infantiles.
Certeramente, no sé que pensaba el gran héroe Jorge Luis Tinoco Muñoz, pero sí lo que logró. Inmolar su vida, dar en cambio su vida a la muerte, para que no fuera la vida de los niños. Honor y gloria. Queda a la mente del léctor, pensar verdaderamente en el honor. El sacrificio por vida. Vida eterna. En su gloriosa muerte, tuvo lo que cualquier hombre anhela, victoria contra el egoísmo, ser visto como libertador y no conquistador, y todo aquello y demás que, fue con humildad.
Que Dios te reciba en su corazón, cumpliste tu misión. Que los salvados, sean salvadores y que tu recuerdo siempre viva, en nuestros corazones.
BL. De luto.
Exéquias mi estimado Héroe.