Madre, con el dulce manjar de tus recuerdos,
endulzaré el trago amargo que me toca beber,
llevaré conmigo la luz escapada de tus ojos,
y el último aliento que tu boca dejó salir.
Esta tarde, lloró el cielo, por tu partida,
y, el entorno, albor de tu existencia,
se quedó sin su \"MANUELÍTA\" y, está triste,
como están los que te conocieron.
Te vas de mis manos, mas no del alma,
vivirás conmigo, mientras yo viva,
morirás conmigo, cuando yo muera.
Gracias, madre, por la vida que me diste,
por el amor que, a manos llenas repartiste,
y, por ser lo que soy, gracias, querida madre.
Que Dios te tenga a su lado, lo mereces,
dádnos el consuelo desde allá arriba
para seguir viviendo esta dura vida.
Adiós, mi Manuelíta querida.
Que descanse en paz tu alma buena.
Tu hijo. Mário Cabrera Aguilar.(máriocaba).
Challuabamba. 2011.