Donaciano Bueno

Recluso

Yo ayer subí al parnaso de sus ojos,

trepando, fuí accediendo con sigilo

agarrándome a una ilusión, un hilo,

desde el contorno de sus labios rojos.

 

Noté de sus mejillas los sonrojos

a medida que al cielo me acercaba,

en tanto que la luna me miraba

juzgando mis deseos, mis antojos.

 

Y así me vi encaramo a sus pupilas

observando a través de la mirilla

con la angustia cobarde del intruso,

 

y aunque yo no me creo un meapilas

tanta fue la impresión, tal maravilla,

que en su cárcel de amor me hice recluso.