Placentero recuerdo de mi hogar paterno
acompáñame a las abruptas montañas,
para grabar en los riscos escarpados
las gratas memorias
que aún retiene mi mente enamorada.
Sentado allí,
junto a las rocas
que van conformando los peñascos gigantes,
los mismos que en invierno de nieve se cubren,
los mismos que al pasar el verano
sin nada, aguardan…
cavilaré lo necesario para salvar mi alma.
¿Suspiros quejumbrosos
que vienen de la montaña,
qué queréis decirme?
Sabéis que he arrancado de la ciudad voluptuosa,
para asilarme en la quietud de tus entrañas…
pues requiero de paz
para hilvanar mis ideas,
y de tus rocas el material,
para elaborar los eslabones
que me unan de por vida
a la mujer que he ideado;
por eso he venido a ti,
porque me fascina tu tranquila armonía.
En vano busqué hermosos sitios
acompañado de mi padre un día.
En vano crucé los mares
y reposé bajo las palmas del Caribe
cuando no te veía.
En vano seguí con la mirada las garzas
que graznando buscaban sus nidos
al morir el día.
En vano me interné en las ruinas
que mil años atrás el inca construía.
Por eso digo a vosotros:
¡suspiros quejumbrosos!
ayudadme, ayudadme
a salvar mi alma
que de luchar ya se agota
y de amar aún no sacia.
Comprendedme:
¡suspiros quejumbrosos!
vosotros que sois puro como el alba,
o como el arroyo que se desprende de sus aguas
ante el sediento labrador.
Pues juntos conformamos los elementos
de la vida que por un caso u otro nos quedamos
en la lejanía, marginados de la vorágine
y quietos con nuestro silencio,
esperamos el morir…
Pero mis pensamientos
grabados quedarán en la montaña
jeroglíficos pequeños,
dibujos confusos
que ni el erudito gerontócrata,
ni el lego ermitaño…
podrán comprender.
Pues sólo en las noches,
cuando la montaña envuelta de tempestad se encuentre
y ante los relámpagos furentes
sólo ahí,
mis pensamientos grabados se podrán comprender.
Mil historias entonces
tejerán los ancianos de los campos aledaños…
y de esas mil historias
habrá una que encierre la verdad
y será tan fascinante y fantástica
que el crédulo más grande ante ella,
escéptico quedará.