Hojas dóciles, tintas agrias dominical
y, páramos extensos de muchas huellas finas,
mil hombres y mujeres con auras otolinas
pensantes en destiempos de un acto universal.
Hay desdenes envueltos por detrás de mi lengua,
coloidales talentos tirando el estirón;
rompiendo la penúltima cadena de eslabón
hasta que la gran luna mitológica mengua.
Días de furias tantas, mas furia todavía
entre los taciturnos húmeros de un tranvía
que se perdió cansado de tanto amanecer.
Hallaros de entropía, bastardos de un amén,
bordones de coral que llegan del desdén
en mis crónicos torvos que lastiman mi ser.
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John Morales Arriola.