Late mi corazón acelerado
Por el signo vital de tu presencia
Y la frescura de oriental esencia
En mi humilde covacha, ya olvidado
De placeres mundanos, afincado
En la sublime paz de la sapiencia,
Ayuno de maldad y de violencia,
Sus susurros de amor han prodigado
Para sentir la vida en abundancia
Para palpar tu suavidad de seda,
Para hundirme en las aguas de tu mar
Y sentir en mi cuerpo la fragancia
Que de ti emana, cual si fueras Leda
Rendida al cisne blanco del azar.