Salí sin ser notada
(“Salí sin ser notada,
estando ya mi casa sosegada…”
San Juan de la Cruz, 1542-1591)
-Salí sin ser notada,
me dijo aquella lágrima enjugada,
por calles olorosas,
por valles, por la esquina de las rosas,
por mi mano vencida y ya cansada.
-Me alegro, le contesto,
ya de mi gran desdicha recompuesto,
mi vida destrozada,
seco mi ojo, perdida mi mirada,
lejos la boca fiel, pero yo enhiesto.
Y ella, feliz, calmada,
me cuenta de su viaje y su jornada:
-Salí volando, hermosa,
todo era bello, el día, la preciosa
visión de libertad que me colmaba.
-Las fábricas bullían,
los sueños los talleres los cumplían,
obreros con sus alas
llenaban los espacios con sus galas,
besando cada flor en que reían.
-Rocío me llamaron,
gota de lluvia, perla a la que amaron,
y es que así me lo dicen,
que también bella soy y me bendicen,
jurando que otra igual nunca encontraron.
-Yo, ingenua, me deslizo,
cual dicen que ocurrió en el paraíso,
y, en esta nueva tierra,
riego raíces que vencen la guerra
y que en el bien y el mal nadie deshizo.
-Qué bien, le digo, duerme,
descansa que haces bien en conmoverme,
recién me han expulsado,
llegando aquí, yo soy quien te ha llorado
y que hice bien, me digo al verte y verme.
-Nada más ha pasado,
como dices, es bello lo encontrado,
seremos aprendices,
nos queda cada día el ser felices,
descansa, que tu ardor me ha liberado.
(No sé si ha sido un sueño,
si lloro o bien si es ella lo pequeño
sin ser notada parte,
sin ser notado digo que he de amarte,
despierto y soy Adán y tú, mi empeño.)
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09 02 15