Es como granizo
azul diamante
tu mirada penetrante.
Frío, dañino, constante,
perdido entre las nubes y el suelo.
Qué tanto desconsuelo
trae consigo tus vidrios.
No paran de caer, sentenciantes,
sobre mi visión desprendida.
Tengo una retina sensible
ante la luz que la ilumina,
más no acostumbrada a esos golpes
que con tu mirada me propinas.