En la mañana luminosa y cálida
coloqué en la cuerda tus camisas,
y se estiraron cual crisálidas,
al son del viento y bajo mi sonrisa.
Preparé las verduras y la carne,
limpié la casa y extendí la cama,
(sólo tomé unos mates algo apurada,
tratando que la hora no me gane).
Para el mediodía tus camisas
ya eran mariposas que volaban,
y me detuve un momento,
a contestar el saludo de sus mangas.
A la tarde estuve planchando,
reparando la ausencia de botones,
y dejé pulcramente colgados
en el ropero, tus pantalones.
Luego que todo estuvo listo,
me dediqué a mi aseo y mi peinado,
preparé con esmero mi vestido nuevo,
ese que tiene puntillas y un bordado.
Hoy vendrás del trabajo más temprano
y quiero esperarte luminosa y limpia...
deseo darte todo lo que pueda,
con todo lo que soy y tengo, te amo.