Recuerdo cuando nos conocimos,
me decías que era tu País de las Maravillas,
yo te preguntaba el por qué,
entonces tú contestabas.
Recuerdo que decías
que era tan niña,
tan curiosa
como Alicia.
También me decías
que como amaba ser puntual,
iba con prisa a todos lados.
Igual que el Conejo Blanco.
Me dijiste que aparecía de la nada,
que con facilidad me evaporaba.
Eso te dio la necesidad
de compararme con el Gato de Cheshire.
Amo el té,
mi pasión por esa hierba verde
te hizo identificarme
con la Liebre.
Sabes lo mucho que duermo,
sabes que soy perezosa,
sabes que amo quedarme en la cama.
Por eso al Lirón me asemejo.
Siempre dijiste
que estaba un poco loca,
quizá no fuese solo un poco.
Aquí llega el Sombrerero Loco.
Cuando me enfadaba,
decías que te asustaba,
que pareciera que te iba a cortar la cabeza.
La Reina de Corazones llega.
Dices que soy frágil,
frágil como la cáscara de un huevo.
Eso te recuerda
que a Humpty Dumpty me parezco.
Según tú, tengo virtudes y defectos,
lo que no comprendo es cómo has encontrado un personaje
para cada uno de ellos
en este conocido cuento.
Sabías que era mi historia favorita,
mi cuento preferido entre cientos,
el que recuerdo cuando duermo.
Por eso fui tu País de las Maravillas,
yo te quitaba el sueño.