Esta conversación interminable de nosotros dos
me susurra por las noches
que lleva 8 años relatándonos un prólogo.
Que se cimenta en una vida entera
fuera de nuestros cuerpos,
de nuestros días.
Más allá de la propia vida
con muchos preludios de espera,
con salas vacías o habitaciones
repletas de gente y
con palabras de otras tesituras…
Puntos suspensivos que trastabillean
pero se alargaaaaaaaaaan
inevitablemente
sin concesión a luchas
o malamores.
Esta conversación infinitesimal, infinita, interminable.
Una cuerda muy fina
para descendernos al vacío,
al final de las palabras que es el todo y
la nada impensable.
Nuestra arena de recreo
para batallarnos los silencios y
borrar ya tan a destiempo
con besos nulos las esperas.