Me conmueve el acento común,
las avenidas con velas y crespones blancos,
el flujo de la sorpresa y el hilo celeste
de tu vientre dormido en cestas de hogaza.
Me inquieta creer que mueren los gestos,
me ilusiona la antepenúltima de mis reencarnaciones,
la calidez de un crío que no aceptará la mísera madurez
y el asombro de los jueves de madrugada.
Me conmueve como los asesinos fallecen
en medio de un charco de sangre fría,
la distancia en posición de plena sapiencia,
los anteojos descosidos a golpes de versos
y la herejía que te injuria y te ama
las noches de luna llena.