En la mirada se agota la esencia del alma,
y su canto de lágrimas
se arroja a la demencia de lo incontrolable,
un suspiro sin aliento se asoma en la ventana de la muerte,
un solo silencio que brota en la grandeza del universo.
Los árboles se arrojan al vacío de un inmenso clamor de hastío,
las almas que vagan el abismo del olvido
claman por un porvenir de silencio,
el falso amigo que se esconde en la máscara de un abrigo,
la dichosa mirada de amargura
posada en la casa de los que abanican la dulzura.
Tierra fértil llena de lujuria,
mueca de ramera que asoma su dorso desnudo
a la euforia de lo absurdo,
un sinfín de estrellas que rompen el hastío de los inocentes,
un puercoespín fruncido
derrama gritos eternos en esta esfera que nos angustia.