Sé que me olvidaste. Mis manos, tus caricias en mi piel.
La rauda respiración del beso.
La camiseta abierta. El horario para vernos.
El color de la puerta en que solías esperarme.
La música nupcial que antecedía al amor.
Sé que olvidaste mi amor.
Y la noche despierta sobre mi mejilla,
cayendo como el último minuto,
sobre nuestros cuerpos enlazados.
Promesas.
Ambos lo olvidamos.
El corazón se hizo una brújula,
seguimos caminos diferentes.
Tú te fuiste de mí,
yo me quedé contigo para siempre.
Querernos, amarnos
es una casa vacía con alquiler barato.
Las canciones te recuerdan
la vereda del río en que solíamos caminar
es una lápida que cargo, junto a otras.
A tantas otras.
También me acontecen
mis párpados mirando el horizonte del pasado
tus hermanos yendo de paso, no me saludan
tus fotos que encuentro porque te busco.
A conciencia lo digo, sin tapujos.
Todo eso me acontece. Pero ya no duele.
Ya no duele. Pero te sigo escribiendo.
Te escribo una dos veces.
Mi último pensamiento no eres tú,
sino quien amo.
Pero te pienso, tantas, tantas veces.
Quisiera saludarte pero ya no.
No hay final para algo que se busca
adrede. No hay final para algo
que nunca sucedió.
Solo en el epitafio de la memoria.
Olvidarte mientras amo.