La bondad hecha mujer me abraza
su sonrisa me arrulla
atrás la necia locura
que dominaba mi alma.
Lago de Nueva Esperanza
tus aguas limpian
el polvo que arrastro,
junto a esta nueva flor
se aquietan mis miedos.
Mi vieja pasión arranca
como río de rabia, acumulada.
Te encontré detrás
de los muros del tiempo,
gruesa frontera
que te separaba de mí.
Soy vagabundo
y creí que los tiempos
morían en su sonrisa,
levanto mi rostro
sacudiendo las derrotas.
Se arranca el día
el sol dibuja tu sombra y la mía,
eterna quimera
vestida de reflejos etéreos,
me miras y hay luz.