Hoy es mi día y de nadie más.
Soy un insaciable enamorado:
me enamoré de la luna llena
y luego de un tiempo se esquivó.
Recuerdo unos ojos negros,
eran mi delirio al amanecer
también admiraba unos ojos claros.
Sigo amándolos al oscurecer,
aunque ellos volvieron su brillo
muy lejos de mi querer.
Amo a la dueña de la sonrisa misteriosa,
Como la de MONA LISA,
cautivaba mi aliento al NO besarla
hoy dejó de amarme.
Sigo amando la negra lluvia
de unos cabellos oscuros:
escribía en mi rostro unos versos
azules de “¡cómo te quiero!”
“no te olvidaré”. Solo quedaron
de ellos, la sombra oscura,
sin versos, sin poemas, sin colores.
Hoy es mi día y de nadie más.
No es el día de la dueña
de esos ojos negros, ni claros.
Ni de la dueña de sonrisa cautivante.
No, no es el día de aquella
que lucía los cabellos negros.
No es el día de la dueña del silencio.
A quien le dediqué los versos
en cualquier atardecer, amándola.
Hoy es mi día y de nadie más.
Porque amo aun su silencio.