El era un antiguo guerrero de la región de Poemaria
ella una hermosa amazona vecina de Cuentovejuna
algunas veces se habían visto en forma esporádica
el gallardo con su heráldica
ella misteriosa con su runa.
Un día quiso la suerte que el en ella se fijara
después de andar por la vida dilapidando fortunas
vio un círculo virtuoso en su bellos ojos de agua
y ella se sintió deseada
cual deliciosa fruta.
Podemos decir con certeza que a veces la vida cambia
para mal o para bien cambia y nos desajusta
y eso pasó en este caso y tras la tormenta vino la calma
y luego de la calma la tormenta volvió con sus noches oscuras.
El amaba en ella lo que su alegría le provocaba
en su instinto de guerrero solitario en la penumbra
y ella amaba en el el reflejo de su lanza
que sus poemas de amor le anunciaban bajo la lluvia.
Las fuerzas de la pasión pudieron más que la templanza
esa lograda por años de avatares y desventuras
su atracción era tal que fijaron una mañana
el día y la hora
para fundir sus figuras.
Después de eso un torbellino se apropio de sus almas
cuando sus corazones quedaron atrapados por la cintura
porque todo era verdad en sus poemas de alabanzas
y ella también lo era cuando lo amó con locura.
En ese encuentro se hallaban cifradas sus esperanzas
de una vida en pareja de una unión sin fisuras
pero pudo más el ego que se asomó sin revancha
y no dando pie atrás mató sus sueños de luna.