Ella de mi se fue, no me lo creo.
Se fue disimulando lentamente.
Me dijo ya no ver lo que yo veo
y yo ya no sentir lo que ella siente.
Yo, que era la alegría en su recreo,
de sus ansias de amar pobre indigente,
sin excusas me ha enviado hoy un correo,
un simple e-mail diciéndome lo siente.
No responda a el mensaje, me decía,
no lo haga pues no existe remitente.
La ladrona ha robado mi alegría,
yo la busco desesperadamente.
No dejó donde ahora viviría,
fue incapaz de decírmelo defrente.