Hoy amanecí
ansiosa del calor del sol,
con un beso naciente en mis labios,
estirando los brazos para tocar el cielo.
Siento la necesidad de un abrazo,
ancho, largo, alto,
que abarque mis tristezas
y las pinte de colores.
Deseo ese calor,
que solo el amor recíproco puede dar,
ese que se quedó perdido
en una abertura de la noche
y espera atrincherado
que alguien vaya a buscarlo.
Me hago oruga entre mis sábanas,
para ver si puedo encontrarlo,
pero sigo sintiendo este anhelo desesperado
de una metamorfosis subversiva
capaz de ganarle al frío compartido