Un viento pampero soplaba,
mientras payaba una dulce sonata.
El pericón seguía y un pucho emanaba
de humo bocanadas, mientras pitaba.
Me sentía retobao por la prenda perdida,
cuando se fue por la rastrillada.
Arrumbao quedé,
morao seguí,
de sus ojos gualichos…
y el fandango seguía,
pero mi prenda no estaba.
Ya estaba yo más que chamuscado y
con los ojos vidriosos de tanto llorar,
un enorme lengueteo llamó mi atención,
y a lo lejos, la milonga con una canción.
Me acomodé el poncho por el frío,
Y un sentimiento embretado,
anunciaba a mi corazón embuchao
porque mi prenda se fue por la rastrillada.
Y ya no pude más:
Enriendé el matucho moro y lo jinetié,
porque me querían pelar la breva,
Llegué hasta la ramada donde ella estaba
Y allí mismo, allí mismo la besé,
y ya no fui emperrado, ni garifo,
solamente, solamente… fui su gaucho.
José Luis Agurto Zepeda.
Managua, Nicaragua, 11 de febrero 2015