Tomaré
Un buen sorbo de tu piel,
beodo y delirante
por un buen bocado de tu miel,
dulce y nacarada,
y dejaré
un buen mordisco en tus pliegues,
solo, tras las estrellas,
y tomaré
un buen rasguño en tus sienes,
al perpetuarte,
solo en la noche de mi total
embriagues.