Por alguna extraña y bella razón,
dentro de mi mente
y en lo profundo de mi razón,
no logro guardar el timbre de tu voz.
Y en medio de los ecos nocturnos,
los murmullos taciturnos
me dicen brevemente
como es que suenas cuando lloras.
Pero en el día mientras se ríe
el astro rey alegremente iluminado,
festejo la voz que tienes cuando
en el sonido me lega tu saludo.
Lo siento, en verdad no puedo recordarlo
es a caso porque quiero escucharlo
todo el tiempo, sentirlo cerca a cada rato,
no guardarlo, vivirlo.