La palabra no ha muerto
y tampoco esta naciendo.
Ha estado, está y estará
viviendo, saltando.
Su cuerpo, siempre desnudo,
apunta con su índice
a lo más alto de la montaña
a lo más hondo del lago.
La palabra va tejiendo,
es hermosa como una mujer
y robusta como el pueblo,
sabia como mi abuela.
En sus pechos grandes
lleva la leche verdadera
en su boca
mezcla sangre y tierra.
La palabra no sepulta
a los hombres del mañana,
los enaltece, los florece.
Como uvas los hace vinos.
Es savia de la razón
y crepúsculo eterno.
Es un niño, adolescencia,
adultez y senectud.
La palabra va clavando
mil estacas en los campos,
una victoria más
y un llanto menos.
Su vuelo es transitorio, su quejido fecundo.
es cimiento de la historia,
es la madre de los tiempos
KoKa