David Arthur

La tristeza de nuestro invierno

 

 

No hicimos, con flores silvestres,

una guirnalda para tu pelambrera rizada,

expresión floral para satisfacer

mi hambre insaciable por tu hechizo

 

No sentimos el sol resplandeciente,

acariciando nuestros cuerpos desnudos,

entrelazados y sumergidos en un abrazo,

nuestra ola de pleamar,

fundiendo nuestros corazones en uno;

el universo sepultado en el olvido

 

 

No escuchamos los heraldos de la mañana,

al despertar con la luz de la aurora,

arrastrándose sigilosamente bajo las sábanas,

testigo de nuestra intimidad,

y nuestro beso esperado con impaciencia.

 

No disfrutamos las tardes de aire balsámico

en el refugio de nuestra eternidad,

susurrando secretos de nuestra peregrinación,

hasta la profundidad de nuestras almas