No hicimos, con flores silvestres,
una guirnalda para tu pelambrera rizada,
expresión floral para satisfacer
mi hambre insaciable por tu hechizo
No sentimos el sol resplandeciente,
acariciando nuestros cuerpos desnudos,
entrelazados y sumergidos en un abrazo,
nuestra ola de pleamar,
fundiendo nuestros corazones en uno;
el universo sepultado en el olvido
No escuchamos los heraldos de la mañana,
al despertar con la luz de la aurora,
arrastrándose sigilosamente bajo las sábanas,
testigo de nuestra intimidad,
y nuestro beso esperado con impaciencia.
No disfrutamos las tardes de aire balsámico
en el refugio de nuestra eternidad,
susurrando secretos de nuestra peregrinación,
hasta la profundidad de nuestras almas