GuillermoO

Tu ausencia

 

Ah, tu ausencia me mata.

 

Antes, mi amorosa mano rizaba tu pelo lloroso,

y cientos de águilas perseguían el aliento de tu cuerpo que yo amaba,

 envidiado por los dementes que se juntaban en la calle para aumentar el placer de beberte

como un vaso de licor,

a la hora de la sed infame.

 

Sólo las águilas comprendían mis mensajes de lujuria,

mi deseo en mis carnes partidas.

Ellas compartían conmigo -como en un canto de fiebre-

el calor al libar el aire de tus brazos peregrinos.

 

Ahora es vacío.

 

Desnudo, cierro los ojos de mis ojos,

muerdo otra sangre antes de que los maleficios críen escorpiones en tus hombros

y canciones insolentes se expandan en mi boca;

ahora soy un hombre que corre sobre el teclado de un piano vacío

como si huyera de sí mismo.

 

Y me dedico a mirar, doliente,

el tiempo que pasa,

las últimas cenizas.

 

G.C.

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G.C.