Regálame, amor,
con el eco de tu voz,
el perfume sublime
de tus palabras.
Hazme, vida mía,
caricias con tus manos,
y que olvide
por un instante la vida.
Dame con tus ojos
la luz del mediodía,
y que arda a fuego
lento mi cuerpo
con el calor que
derraman tus besos.
Porque, te quiero,
amor, tu lo sabes,
sin tu voz, soy reen
del ruido mundano,
sin tus caricias,
soy témpano de hielo
que el mundo
derrite a sus anchas;
sin tus noches,
sólo un cuerpo sin alma.
Sino, dime:
Como caben dos cuerpos
en un mismo cuerpo;
Como caben dos miradas
en unos ojos;
Como caben dos suspiros
en un silencio;
Como cabe tu locura
en mi ahogo;
Como cabe mi sonrisa
en tu herida;
Como cabe la eternidad,
en un solo momento..
Te amo, mujer,
y aunque tu figura divina
cubran a diario
el trazado de mi mirar,
cuanto más avanza el reloj,
más fuerza para amarte
tiene mi corazón.
Porque, así como
un trozo de cristal
que abandonado
empieza a brillar
con la luz primera,
mi cuerpo empieza
a tener vida
con el resplandor
que radia tu esencia.
Y si hoy, precisamente hoy,
he de morir,
sean tus brazos
la fría madera del ataúd,
que aún cerrados
eternamente mis ojos,
donde vayan, los tuyos,
seguirán siendo su luz...