Espero yo de ti lo inesperado
que por seguro es alto acontecido
y por seguro es múdico y amado,
y por sincero es álgido y vencido.
Tu dardo, mi señor, está postrado
en mi pecho que es plácido y sentido,
y, como bien, parece estar clavado
en el recinto de tu amor herido.
En tanto, como tanto, estás sediento,
y yo también sediento en tu recodo
me alumbro de tu llama y de tu aliento.
Y no pudiendo arder de cualquier modo
doy de tu fe, mi vida y su contento,
y entiendo de tu amor todo del todo.