El trago de vino tinto, poco a poco calienta mis entrañas.
Siento su pasar sereno que me produce un cálido placer.
Mi mirada se pierde en el mar agitado de mi sentir poético.
La vida siento pasar en mis entrañas, serena a veces y turbulenta en ocasiones.
En este momento que me parece que todo está patas arriba, que muchas cosas caen y se rompen en mil pedazos sobre el pavimento de mi ser, lo único que se mantiene firme es el amor. Tu amor al cual me aferro, como un náufrago que teme por su vida.
¿Quizás soy un pobre iluso? Que me juzgue la vida. Yo amo, entrego todo y si este amor no va a buen puerto, si mi barca sucumbe en el mar de la desilusión, del desamor, me dejaré llevar por sus corrientes. No opondré resistencia.
Si el peso de mi sufrir me hace hundir, me hundiré con la satisfacción de haber amado.
Si me lleva a playas lejanas y desconocidas, lo aceptaré, ningún sentido tendrá mi subsistir. No pondré fin a mi existir, lo hará el dolor y la desolación.
Cierro mis ojos, suspiro y me dejo llevar.
A veces el cansancio aferra mi garganta y me impide tragar, respirar.
En esos momentos la esperanza viene a socorrerme, la ilusión me abre un horizonte inmenso, sintiendo tu presencia alentadora.
Cultivo la paciencia, riego la confianza, abono la certeza, labro la evidencia.
Tuyo soy, tuyo me siento, danzando sereno en el valle fecundo de la libertad, repitiendo una y mil veces: te amo.