Deslizó por su fresca piel
el victor ya Secret’s
que resguardaba su solemnidad
al hacerlo fue bajando su frente
como aceptando o presintiendo
que esto se debía de ocultar;
fue bajando al inframundo
donde el pudor es proscrito
y pulula la promesa: “será suavecito”
Sumergió su alma
antes que su cuerpo
en aquel estercolero
por el maldito dinero;
y es que el hambre tiene filo fiero
capaz de cortar pudores y orgullos
deshoja cardos y capullos
hasta incinerarlos en su negra flama
Y fue una muñeca ajena a placeres
se creyó común a las demás mujeres
maquilló su rostro de clandestinidad
y dejó su estanco en la oscuridad
pues si se sabe en la sociedad
que ella comercia con placeres
la proscribirán a bares y burdeles
para terminar en los andenes
donde unos van, otros vienen,
todos la vituperan y escupen
pero todos la buscan y usan,
por la cantidad acordada
Y entona una sonata de gemidos
que el de turno sabe fingidos
pero le levantan más que ánimos
y los consecuentes orgasmos
que le garantizan buena propina,
para más tarde al doblar la esquina
el sustento familiar mercar
Y mientras ingiere y se inocula
naves al séptimo cielo
ríe a carcajadas
recordando las beatas escotadas
que recorren por su misma escalada
mientras su lengua cual espada
descuartiza la de la otra esquina
para distraer la cruel mirada
con que la suciedad establece su tara