!Y ahora!, ¿qué has de hacer con tu flamante esposa?
Hombre deshumanízado glotón de la mordaza que a ella ciega.
Sigue ahogandóla en veneno porque ruin ya eres, y has de lavar tus injurias con la sangre de tu lacayo vástago.
Maldito hombre de sentimientos pobres, colma tu plato de estiércol y sacia la ferocidad con la que te unges del mismo, que la nobleza jamás ha de estar a tu alcance por más que la aprísiones.
Eres el impostor mas grande del amor, que te escondes tras de las máscaras idóneas a tu lealtad proxeneta.
Anda, continúa desollando las virtudes que aún te pertenecen; que los grilletes no podrán ser eternos a tu dictadura obscena de retener su libertad.
Esa mujer que es tu esposa, que cabalga bajo tu tormenta ancláda de tus pénsares, algún día marchara abriendo los ojos dejándote a ti los despojos de los trapos viejos con que la véstias.
Y entonces, en ese momento sabrás de lo que hoy te hablo, tonto hombre.
Marc Téllez González